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Destinada a los gemelos alfas

Chapter 80
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80
A pesar de no haber estado en control mientras la Clara más débil era la que mandaba, la Clara de ahora recordaba tanto ella
como su cuerpo como era
tanto esconderse como huir de los Salvajes para salvar su pellejo. Por lo tanto, a diferencia de otros lobos, ella tenía un oído y
un olfato muy por encima de la media, algo también influenciado a su antigua falta de vista.
Ahora era mucho mejor, pero depender de sus otros sentidos en ese momento era lo mejor. Y gracias a ellos pudo salir del
pasillo y avanzar, en
lo que parecía un campamento grande sin ser vista. Escuchaba los sonidos de cazadores y los pasos de estos y ella se
escondía o iba en la otra dirección con tal de no encontrarlos. Podía matarlos, pero eso llamaría mucho la atención. Y
necesitaba todo el tiempo posible al menos para liberar a los otros salvajes.
Pasó la mano por su cuello que latía y dolía con incomodidad. Había tenido que rasgar parte de su piel en un intento por quitar
el collar que no le permitía convertirse, eso y las mordidas del lobo hacían que fuera complicado mover su cabeza con facilidad.
Sin embargo, no era momento para que el dolor en cada parte de su cuerpo la detuviese.
Con su oído buscó la presencia de los demás lobos y encontró las naves donde estaban atrapados. Avanzó en esa dirección,
pero su camino estaba interrumpido por dos cazadores que custodiaban el inicio del pasillo que daba acceso a las jaulas.
En ese caso solo había una alternativa. Clara bajó la cabeza y se acercó a ellos apretando la vara en su mano intentando ser lo
menos amenazante posible. Sabía lo que haría, pero primero era acercarse a ellos.

Los dos hombres al detectarla saludaron confundiéndola con su compañero. La gorra ocultaba el rostro de la loba.
-Oye, vista como van esos lobos. ¿Ya terminaron? Clara apretó aún más la vara al detenerse frente a ellos. -Si, ya terminaron-
alzó la mirada enfocándolo con sus dos orbes completamente rojos y antes que este sacara el arma de su cinturón la vara
estaba enterrada en el medio de su pecho.
-¿Qué demoni...?- pero Clara había rodeado al hombre, agarrado su cabeza desde atrás con sus manos y girado su cuello con
fuerza haciendo que este se rompiese. El cuerpo del cazador cayó inerte al lado del otro. .

Clara jadeó y se llevó la mano al pecho. Su cuerpo entero temblo y tuvo que apretar sus dientes para no soltar un chillido.
Estaba pasando por el celo, y aun cuando lo estaba reprimiendo la actividad física estimulaba su cuerpo. Su interior palpitó y
ella se golpeó la zona con el puño cerrado. -No es momento de esto-dijo jadeando y secando el sudor con su mano.
Entró corriendo al pasillo deteniéndose delante de la jaula donde antes había estado encerrada. Dentro las lobas temblaron
ante su presencia.
-Soy yo- dijo retirando la gorra de un tirón y mirándolos dentro-Voy a sacarlos de aqui.
-Es por gusto- una de las lobas, al igual que el resto no hizo el menor esfuerzo por levantarse – Aun si salimos seremos de
nuevo encerradas. Son cazadores, están preparados para atraparnos.
Eso no detuvo a Clara. Su instinto le dictaba salir de allí con todos ellos, y eso sería lo que haría.
-¿Confían en mi?- la forma directa y seguro con que había hablado, completamente diferente a antes llamó la atención de los
lobos y más cuando notaron el color carmín en sus orbes.
– Un salvaje, igual que nosotros, una de ellas exclamó.
Clara sonrió levemente alzando la vara.

– Algo más complicado que eso- y tras un golpe fuerte a la cerradura utilizando la electricidad de esta logró aflojar el candado.
Acto seguido pateó la puerta con la mayor fuerza que pudo su cuerpo, y aunque tuvo que golpear dos veces más esta al final
cedió. Rápidamente sacó sus garras y corrió hacia cada uno de los lobos cortando las correas en los cuellos de ellos. El
proceso no fue fácil y parte de sus garras se vieron alectadas y terminando sangrando. Las correas estaban hechas de un
fuerte material, cayendo en el suelo junto las cadenas. Agradeció que los que iban siendo soltados la fueran ayudando, por lo
que rápidamente la mayoria fue liberada.
Se enderezó jadeando y con la punta de sus dedos ensangrentados. Salió
corriendo hacia la jaula de al lado. En ese lugar apenas había cuatro lobos, pero en tan mal estado que apenas notaron cuando
ella llegó. Aun así, no se detuvo y pateó de nuevo la puerta. Esta cedió más rápido, y dos de los salvajes que antes habían sido
liberados la ayudaron con aquello lobos.

Ahora venía la parte complicada, tenía que apurarse, a lo lejos pudo oír como los hombres comenzaban a agruparse dentro de
la celda del lobo que había matado. Ya lo habían descubierto.
Maldición.
No eran muchos, se notaba que eran confiados en su trabajo. Al menos unos 10 los que se encontraban allí, pero por el sonido
alrededor de ellos estaban armados. Salir no sería difícil, pero si peligroso y más con la cantidad de lobos que eran. Miró por
encima del hombro.
-Saldremos de aquí. No importa cómo. Necesito que tres de ustedes me ayuden- en su voz no había margen para la réplica.
Dos hembras y un macho que le faltaba el ojo por una reciente herida dieron dos pasos adelante. Todos ellos habían tenido
miedo de enfrentar a aquello cazadores, pero junto a Clara sentían una confianza y protección que los hacía querer luchar por
su libertad.
– nosotros la ayudaremos.
Clara sonrió aun sin transformarse.
-En ese caso, la meta es la salida.