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Destinada a los gemelos alfas

Chapter 18
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18

El alfa había muerto muerto Ante aquellas palabras Ethan fue el que se quedó sin aliento.

-¿Qué?- no pudo evitar decir enterrando las manos tan fuerte en los barrotes que se pusieron blancas

y su rostro pálido – ¿Cómo que murió?- su expresión cambió de pronto a una de odio y furia

contenida.

Will lo miró por encima del hombro, había amargura en él.

-El alfa estaba muy enfermo. Esto era algo que esperábamos hacía mucho tiempo. Ya era bastante el

tiempo que había durado en su estado.

-Pero, pero yo-las palabras casi no salían de la boca de Ethan.

-¿Qué? – esta vez fue Dixon el que habló, su voz fue tan fría que los presentes tragaron en seco –

Acaso tenías la idea de matarlo tú mismo-bufó- Siento decepcionarte pero él es era de esos lobos que

siempre rompían tus planes. Y diciendo esto se encaminó a la salida seguido del beta y el guardia

dejando a Ethan aun en la celda.

el grito del lobo resonó en toda la estancia estremeciendo las paredes y él cayó de rodillas en el suelo,

sintiendo que le faltaba el aire tanto por la frustración como por el dolor.

-Lo siento, lo siento- se apretaba el rostro evitando que lágrimas corrieran por su rostro. Algo que

había venido planeando desde hacía mucho tiempo se había desvanecido así sin más de sus manos y

al final se quedaba como cuando tuvo su primer recuerdo, sin nada – Discúlpame, madre.

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***

Dixon miraba como el cuerpo de su padre, el anterior alfa era apuesto en la tumba cavada con

antelación para él y como la tierra comenzaba a cubrirlo después. En su corazón apenas si sentia

aprensión o algún sentimiento de dolor hacia ese lobo. No lo quería no lo aprecian como padre. No

había estado ahí el tiempo suficiente como para sentir su calor. Así que solo era una masa muerta de

huesos y músculos que había pasado al otro mundo dejándole una montaña de responsabilidades y

problemas. A su alrededor podía ver a la manada desfallecida del dolor ante la pérdida, pero no eran

todos realmente, muchas de las miradas estaban posadas en él y en su reacción y él sabía cómo

actuar bien. Por lo que, aunque no dejo salir lágrima alguna no mostró desprecio y espero hasta que el

ritual terminará para retirarse lo antes posible para no tener que escuchar las palabras de consuelo

que para él no significaban nada. Pronto sintió al beta detrás de él y se preguntó si su vida desde

ahora sería así. Tenerlo todo el tiempo pegado a su espalda.

Se dejó caer en el sofá de la sala completamente agotado. Terrible día estaba teniendo

Alfa, desea algo? Will le preguntó por cortesía abriendo la ventana dejando que la brisa surve de la

noche enfriará la habitación y sacudiera el cabello largo y negro del lobo más jovens.

Dixon abrir los ojos sin darse cuenta en qué momento los había cerrado

-Si. Quiero algo. Ir a ver a mi mate-dijo sin el tono de odio de antes que había usado referente a ella.

Will lo miro detenidamente y no parecía que le fuera a hacer daño

-¿Ya la aceptó? – preguntó dudoso – Digo, no como la mate de los dos. Sino como lo que es, una

hembra frágil –

-No me lo tienes que repetir dos veces. Se lo que hago-Dixon se levantó exhalando todo el aire de sus

pulmones – No voy a hacerle nada. Solo quiero ir a verla. Acaso no puedo.

El beta retrocedió.

-Es su mate. Claro que puede. Solo recuerde…

– Se lo que tengo que recordar. Antes actúe así porque oli a otro macho en ella y saque conclusiones

no que debía. Y ese macho es mi hermano y también su mate, es lógico que ella respondiera a él. Tú

mismo lo dijiste antes, que ella es una loba que no ha tenido relación con ninguna. Creo que ahora

puedo conversar con ella- se levantó lentamente.

Will pensó que este alfa era bastante severo con algunos asuntos, pero lo comprendió. Ni el mismo

toleraría que su loba, su mate se hubiera revolcado con otros lobos antes de llegar con él. La Diosa

Luna los había preparado para encontrar a sus mates a una edad tan joven por lo que solo debían

esperar y tener paciencia. Antes de ir a ver a su loba Dixon paso por el baño y se dio una dicha rápido

enjuagando hasta su cabello, sentia la mugre pegada a él y el olor de la tierra que había cubierto el

cuerpo de su padre. Una vez que salió se sintió mucho mejor y fresco y con solo un pantalón y una

camisa que no se molestó en abrochar se dirigió a ver a Clara.

Al detenerse delante de la puerta encontró que había mucho silencio dentro, incluso usando su oído

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no sintió movimiento alguno y todas sus alarmas se activaron. La había dejado bien sujeta con la

cadera, en una habitación bien resguardada y además en la segunda planta, pero después de ver que

ella se había liberado fácilmente anteriormente cualquier cosa podría ser.

Rápidamente abrió la puerta para encontrar la habitación completamente en penumbras, apenas la luz

de la luna entraba por la ventaba abierta. Aspiró y aún estaba allí el olor de ella y giró su rostro en

dirección a la cama. La silueta pequeña se desvanecía entre las sombras pegada a la pared, hecha un

ovillo que respiraba lento y pausado, como si estuviera completamente dormida.

Dixon cerró la puerta tras él y se acercó a la cama para sentarse en el borde. La loba no pareció

inmutarse por este hecho. Permaneció en la misma posición sin abrir los ojos. El lobo admiró su rostro

cubierto en parte por su cabello y apartó un grueso mechón con su dedo. Antes no se había detenido

a mirarla con detalle dado su nivel de frustración y rabia.

Ella era muy joven, y aunque sabía su edad se notaba que no había desarrollado acorde a su tiempo.

Sus labios estaban resecos, pero no por ahora, sino se notaba que, desde antes, su cabello era largo,

aunque le faltaba el brillo natural. Su cuerpo también era muy pequeño y delgado, necesitaría mucho

más alimento, eso si queria soportar relacionarse con él de forma intima. No había tenido relaciones

sexuales todavía dado que su entrenamiento nunca le había dado cabida, pero era consciente de su

alto livido sexual y no sabía si ella podria soportarlo.

El olor a coinida llegó a su nariz y se giró dándole la espalda a ella, encontró que los platos con los

alimentos que antes le habían enviado estabali desparramados en el suelo sin haber sido

tocados para ingerir. Solo que en ese momento no se dio cuenta que unas garras se acercaban a su

cuello por detrás y el brillo de sus orbes rojos se proyectaron en su dirección.